Más del 50% de los estados brasileños están experimentando la peor sequía en 44 años, según Cemaden

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Imagen de una severa sequía en AmazonasCivil Defense/AM

El sector hidroeléctrico brasileño se encuentra en estado de alerta debido a los bajos niveles en los embalses; aire seco, incendios, humo: este es el panorama del peor período de sequía que enfrenta más de la mitad de Brasil en las últimas cuatro décadas, según una encuesta exclusivo del Centro Nacional de Monitoreo de Desastres Naturales (Cemaden). La información fue dada a conocer por g1.

De los 27 estados, 16 y el Distrito Federal están experimentando la peor sequía registrada en el período de mayo a agosto desde la década de 1980. Entre los afectados se encuentran: Amazonas, Acre, Rondônia, Mato Grosso, Pará, Mato Grosso do Sul, Goiás, Minas Gerais, São Paulo, Paraná, Río de Janeiro, Espírito Santo, Bahía, Piauí, Maranhão, Tocantins.

El Cemaden, vinculado a la Secretaría de Ciencia y Tecnología (MCTI), es el responsable de proporcionar datos al gobierno federal sobre esta situación. Ana Paula Cunha, especialista en monitoreo de sequías de la agencia, dice que, además de la cobertura territorial, es la primera vez en años de monitoreo que se observa una sequía tan prolongada.

«Nunca habíamos visto una sequía tan prolongada y tan extendida en todo el país, fuera de los estados semiáridos. Ya tiene una duración de 12 meses. Este es un escenario muy preocupante».

Con 12 meses bajo los efectos de la sequía en la mayor parte del territorio nacional, la encuesta de Cemaden revela que, en varias zonas, 16 estados registraron los peores índices en 44 años. Aunque la sequía se extiende a casi todas las unidades federativas, la intensidad es menor en Rio Grande do Sul.

Ahora, más de 3,8 mil ciudades tienen alguna clasificación de sequía. El índice se calcula en función de los niveles de precipitación, considerando la proximidad o lejanía del promedio histórico y el período.

Para tener una dimensión de la gravedad, el número de municipios en esta condición aumentó casi un 60% entre julio y agosto. Según Cemaden, los datos de agosto son aún preliminares y el escenario puede empeorar a finales de mes.

En el sureste, por ejemplo, de las 1.668 ciudades, 1.666 se encuentran en situación de sequía. La escasez de lluvias, sumada al aumento de las temperaturas, ha impactado en los ríos de todo Brasil. La mayoría de las cuencas hidrográficas se encuentran bajo alguna clasificación de sequía, según el monitoreo de Cemanden.

Adriana Cuertas, hidróloga e investigadora de la agencia, explica que la sequía prolongada no solo acelera la desaparición del agua, especialmente en la región Norte, sino que también dificulta la recuperación y supervivencia de los ríos.

«Estos ciclos de sequía son preocupantes para las cuencas. El río sobrevive con el agua de la capa freática, que pasa por debajo de él. Si no llueve, esta sábana no se alimenta y con tanto tiempo sin reponer agua, esto dificulta la recuperación. Ya estamos viendo que ríos más pequeños, con cabeceras, desaparecen con el tiempo en algunos lugares».

La caída del nivel de los ríos ya está teniendo un impacto: en el norte, decenas de ciudades están en alerta y las autoridades recomiendan almacenar alimentos. En algunas zonas, la navegación, el principal medio de transporte, se ve comprometida.

Esta situación afecta no solo a las comunidades locales, sino también a la economía nacional, perjudicando, por ejemplo, el flujo de productos desde la Zona Franca de Manaos. En 2023, las empresas reportaron gastos por R$ 1,4 mil millones debido a la falta de agua, lo que elevó los precios de los productos distribuidos en todo el país.

Además, la generación de energía también sufre consecuencias. La semana pasada, el Operador del Sistema Eléctrico Nacional (ONS) anunció la necesidad de reducir el uso de las centrales hidroeléctricas en el norte debido a la crecida de los ríos. Con el sistema interconectado, esta región es vital para la generación de energía en Brasil, y la ONS informó que activará centrales termoeléctricas para reforzar el suministro.

Los expertos en energía señalan que, aunque el gobierno afirma que hay suficiente energía para evitar apagones, las medidas de emergencia podrían aumentar el costo de la electricidad en todo el país.

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