En una sociedad cada vez más consciente de los impactos de la salud mental, la tortura psicológica se perfila como un tema de profunda relevancia en el país. En Brasil, las prácticas del llamado bullying y acoso se han convertido en motivo de preocupación y han empezado a afectar a individuos en diversos ámbitos, desde escuelas a lugares de trabajo e incluso programas de televisión.
La noche del pasado lunes (4), el público que veía el reality BBB fue testigo de un caso de tortura psicológica tras la emisión en directo del programa. Ante la polémica generada, el tema fue tratado por las principales cadenas y noticieros, especialmente el programa «A Tarde É Sua», conducido por la periodista Sonia Abrão, de Rede TV!, que salió en defensa del participante Davi. La presentadora no ahorró palabras y lanzó duras críticas, además de arremeter contra los implicados, llamando la atención sobre el grave problema. «Esto es una presión emocional absurda que ni siquiera debería haberse permitido. Esto es tortura psicológica», dijo la presentadora en tono exaltado.
Para la psiquiatra Dra. Patrícia Pires, el bullying y el acoso son distintos en sus características, que merecen ser destacadas para una mejor comprensión. «La característica más común del bullying es la lucha por el poder directamente marcada por la intimidación. El agresor humilla a su víctima mediante amenazas y miedo, reflejando a menudo su propio miedo al fracaso. Por otro lado, en el acoso, una persona utiliza el poder para oprimir, degradar o incluso destruir a otra», explica la doctora.
Según la especialista, los efectos que provocan las conductas agresivas son devastadores y se traducen en una disminución de la autoestima y la seguridad de la víctima. «Los trastornos del estado de ánimo, el abuso de sustancias, los trastornos alimentarios y las disfunciones sexuales también pueden surgir como consecuencias de estas formas de violencia psicológica», subraya.
«Uno de los factores más importantes para proteger a las víctimas es el apoyo social y familiar. Los estudios han demostrado que los supervivientes de la violencia intentan suicidarse con más frecuencia que las personas que no han sufrido violencia», concluye la Dra. Patrícia.
