Karine Lins, sumiller de cerveza formada en Doemens, escuela pionera en la enseñanza de la sumillería de cerveza en el mundo, y técnico cervecero en la Escola Superior de Cerveja e Malte (ESCM), ha elegido una profesión dominada por hombres, pero ocupa un espacio privilegiado en el que cuenta con un currículum envidiable.
Está en el mercado desde 2012, donde empezó como sommelière en la primera cervecería especializada y brewpub de la capital pernambucana, formando a todo el equipo y atendiendo a los clientes con sugerencias de armonización. Sin embargo, su carrera empezó en la universidad, en un quiosco que vendía cervezas fabricadas en distintas partes del mundo. En menos de un mes, se sabía todas las etiquetas.
«Me encantaron las escuelas cerveceras, la historia y los sabores que nunca había experimentado. La cerveza es cultura, diversidad, y remueve nuestra biblioteca de aromas y sabores, almacenados a lo largo de toda nuestra vida». Para ella, nunca se tiene demasiado conocimiento, y el estudio continuo es casi siempre el mejor camino.
Actualmente trabaja como cervecera en CyBEER LAB, en São Paulo, una empresa que nació como alternativa para un público que quería producir sus propias recetas a pequeña escala, pero que hoy impresiona con sus recetas de autor en concursos y festivales internacionales.
«Para mí es, de hecho, un gran desafío trabajar como cervecera. No es un segmento que dé la bienvenida a las mujeres; al contrario, es un mercado que a menudo cuestiona la capacidad de las mujeres. Es agotador tener que ir más allá para ser respetada y valorada. Pero la recompensa es ofrecer cervezas de calidad. Eso es lo que me motiva», concluye.
