En el Día Internacional de la Mujer, es crucial destacar no solo los logros, sino también los retos a los que se enfrentan las mujeres, especialmente en el entorno empresarial. La trayectoria profesional de la mujer moderna sigue estando marcada por constantes desafíos, reflejo de las desigualdades estructurales de género presentes en nuestra sociedad. El síndrome del impostor es un ejemplo de un fenómeno común entre las mujeres que luchan por un lugar en universos tradicionalmente ocupados por hombres blancos, especialmente en los entornos académico y corporativo.
El síndrome -con este enfoque en las mujeres- fue estudiado por las psicólogas estadounidenses Pauline Clance y Suzanne Immes en los años 70. Desde entonces, la producción académica sobre el tema ha ido creciendo. Desde entonces, la producción académica sobre el tema se ha ampliado. Hoy se sabe que afecta significativamente a la salud mental y a la autoestima de las mujeres, conduciendo a la infravaloración de las propias cualidades y también al autosabotaje.
El conocimiento de las barreras a las que se enfrentan las mujeres de diferentes orígenes e interseccionalidades es importante para configurar estrategias de acogida y desarrollo de habilidades socioemocionales. Las empresas comprometidas con la promoción de la igualdad de género deben invertir en entornos más inclusivos, cuidando de incluir a todos, incluidas las mujeres.
La lucha contra el síndrome requiere acciones concretas por parte de las empresas. Los programas de inclusión de género, los talleres, la tutoría y el patrocinio son medidas recomendables para reforzar el papel de la mujer en el lugar de trabajo. Empresas de impacto como Travessia Inclusão han surgido como aliadas en este camino, apoyando los frentes de diversidad de las empresas con formación y consultoría especializada.
En 2024, celebramos avances -aunque no tan significativos- hacia la igualdad de género, como el aumento del porcentaje de mujeres líderes hasta el 17% actual en Brasil, lo que debería influir en más empresas en esta agenda. El síndrome del impostor golpea duramente a estas mujeres, llevándolas a dudar del mérito de sus logros. La valorización profesional puede desempeñar un papel transformador en sus vidas, proporcionándoles empoderamiento y mejores resultados.
Aunque el camino sea difícil, promover la igualdad de género en las empresas es una responsabilidad compartida. Deben aplicarse políticas y prácticas eficaces para garantizar que las mujeres se sientan seguras y motivadas para trabajar y desarrollarse. Con estrategia y compromiso, es posible proporcionar entornos más justos e inclusivos para todas las mujeres. La complejidad de la cuestión es grande, pero construir un futuro igualitario es un viaje que merece la pena recorrer.
