Ingresar en el mercado laboral como mujer supone enfrentarse a un reto que muchas veces pasa desapercibido. El precio de la competencia va más allá de las competencias y cualificaciones profesionales. Supone una inversión adicional en apariencia, desde la ropa impecable hasta el cuidado del cabello, las uñas y el maquillaje. Pero la cosa no acaba ahí.
Las desigualdades fiscales agravan la situación, ya que los productos de las mujeres suelen estar gravados con impuestos más elevados. Además, las mujeres invierten más tiempo en tareas no remuneradas, además de enfrentarse a la brecha salarial de género.
Según datos del IBGE, en 2019, las mujeres dedicaron 10,6 horas más que los hombres a las tareas del hogar y/o al cuidado de personas. En 2022, esta diferencia era de 9,6 horas. Este es un ciclo difícil de romper, ya que requiere cambios significativos en las normas sociales, las políticas públicas y las prácticas organizativas para promover una distribución más equitativa de las responsabilidades laborales y de cuidado entre los sexos. Este cambio requerirá un esfuerzo colectivo y continuo de diversos sectores de la sociedad.
Es crucial que los legisladores presten atención a estas cuestiones, proponiendo leyes que minimicen estos efectos. Esto incluye la abolición de las distinciones fiscales entre productos masculinos y femeninos, así como la exención de artículos esenciales para la salud de la mujer.
Otra propuesta sería reformular las políticas fiscales, como aumentar el límite de las deducciones fiscales por gastos relacionados con la mujer, eximir los productos destinados a la salud femenina y ampliar el rango de exención o la parte a deducir del Impuesto sobre la Renta.
No se trata de un privilegio, sino de una respuesta justa a las disparidades existentes. Las mujeres no buscan necesariamente prerrogativas. Las mujeres buscan igualdad de oportunidades en el mercado laboral, buscan reconocimiento por el duro trabajo que realizan, tanto en casa como profesionalmente.
Las mujeres son fuertes y capaces, pero merecen ser tratadas de acuerdo con sus circunstancias únicas. Unas políticas fiscales sensibles pueden ser un paso crucial para lograr esta anhelada equidad. Por eso, en esta fecha tan señalada en la que el poder, la fuerza, el empuje, la belleza y tantas otras cualidades de la mujer son ensalzadas por todos los sectores de la sociedad, debemos reconocer también la importancia de avanzar hacia un mercado de trabajo y una política fiscal verdaderamente equitativos para todos.
Las mujeres son fuertes y capaces, pero merecen un trato acorde con sus circunstancias particulares.
