El Chevrolet Opala fue lanzado en Brasil en 1968. Era la versión nacional del Opel Rekord. Pero aquí recibió el toque norteamericano de un motor de seis cilindros en línea, además de una opción de cuatro cilindros. Fue un éxito inmediato de público y crítica.
En la década de 1970 se convirtió en el coche favorito de muchas familias y, junto con la ranchera Caravan lanzada en 1975, fue responsable de un gran número de ventas de vehículos de la marca en Brasil. El motor de seis cilindros con taqués mecánicos, el famoso 250-S, hizo soñar a mucha gente y lo sigue haciendo a día de hoy.
¿Ahora imagina encontrar una colección de Opalas y Caravanas cubierta de mucho polvo y cajas de piezas de coches pero intacta por el tiempo? Esa es exactamente la historia que te cuento en el artículo de hoy.
Vamos a la ciudad de Ribeirão Preto para descubrir este lugar tan interesante. Allí, además del Dodge de Norteamérica, tenemos un espacio dedicado a la antigua pasión del propietario: Opala y Caravana. Y también hay un Thunderbird.
Lo que más llama la atención es el estado general de conservación de los vehículos que, a pesar de la gruesa capa de polvo, están en excelentes condiciones. Uno de los aspectos más destacados es el interior de los coches, que permanece muy intacto y sólo necesita una breve limpieza.
Dos coches en particular me llamaron la atención. El Caravan 1978 con llantas Cragar de 14 pulgadas e interior marrón. Y también el Opala Comodoro verde de 1976. Por aquel entonces tenía el techo Las Vegas, que consistía en una mitad cubierta de vinilo.
También hay una de las 100 unidades del Diplomata Collectors, la edición de despedida tras 25 años en el mercado. Para cerrar este texto, un Caravan Diplomata turboalimentado con pintura bicolor, un atrevimiento de la marca en Brasil, lleno de estilo.
